Hoy traigo un pequeño hilo que no es de videojuegos, pero es que algo que me ha gustado mucho del capítulo 2 de Boba Fett son los paralelismos y simetrías con la historia de Djinn en The Mandalorian; vamos a ello:
Como en tantas otras aventuras de la saga, ambos pasan tiempo en Tatooine, y en concreto, con una de sus culturas vernaculares, los Tusken. Habitan en las dunas del desierto y en las películas siempre se les ha visto como meros bandidos.
Los dos personajes, gracias a su relación con este pueblo, nos los acercan y nos permiten ver que son mucho más que eso, que hay bandidos y gentuza, sí. Pero como en todos lados, se hacen notar más que la buena gente.
Tanto Djinn como Boba ayudan a los Tusken con sus problemas, en concreto con seres reptantes que les hacen la vida imposible, aunque en The Mandalorian era un ser de carne y hueso y en Boba Fett se trata de uno metálico.
Esta simetría en su rito de aceptación en la tribu me pareció muy acertada, y me lleva a recordar diálogos y teorías de arquitectura sobre el contraste entre lo vernacular y lo mecánico, cuando nuevos materiales como el metal y el cristal buscaban su sitio en la construcción.
Contraste que también podemos ver en la creación de las herramientas de ambos personajes, mientras que en para el mandaloriano todo su equipo sale de la forja del metal beskar, para Boba Fett nos encontramos ante un trabajo artesanal de la madera.
Ahora bien, el paso del mandaloriano por Tatooine fue menos importante que la estancia de Boba entre los Tusken. Para él es mucho más, y es que de una forma muy poética este episodio nos presenta un auténtico renacimiento para el personaje.
Como me hizo notar @ropemar, su estancia en la tribu y el planeta desértico también es un claro contraste con el planeta que lo vio nacer, Kamino, completamente cubierto de agua, dándole al personaje un nuevo bautismo, esta vez de arena.