El documental Archiculture (2013, Arbuckle Industries) se nos presenta como un viaje al trabajo creativo dentro de la carrera de arquitectura, centrándose en la metodología del studio norteamericano.
Este modo de aprendizaje destaca en el reportaje por la sensación de que cada estudiante tiene su espacio asignado dentro del taller, en el que puede trabajar a cualquier hora, convirtiendo ese lugar en un segundo hogar, en el que convive con sus compañeros, aunque por lo demás no difiere del método empleado en las asignaturas de proyectos de nuestros centros.
Colectividad, comunidad, trabajo en equipo, compañerismo, risas, quedarse dormido en medio de una noche de entrega…son recuerdos que Archiculture pone de manifiesto, y que a cualquiera que hayamos conocido esa forma de vida nos llevan a pensar en las relaciones establecidas y en los momentos vividos en nuestros años de carrera.
En el documental se nos muestra de una forma cercana un entorno más comunitario que en nuestras universidades, al ser como un coworking que contrasta con las clases de proyectos en nuestro país, más individuales: trabajamos en casa y en la entrega o la presentación enseñamos lo que hemos proyectado al resto de compañeros.
Esta metodología de estudio que a los arquitectos nos toca vivir encuentra en Archiculture un buen resumen para los neófitos o para aquellos ajenos a nuestra carrera, dando cuenta de cómo es el desarrollo de un proyecto de arquitectura en la universidad. Imágenes de buenos momentos y frases de emoción de los estudiantes se mezclan con imágenes de ojeras y cansancio, así como aportes de cómo dejamos nuestra salud en segundo término, dejándonos la piel en algo que nos apasiona pero que en cierto modo acaba con nosotros.
También se valora en él el sistema de crítica que los profesores llevan a cabo al evaluar los proyectos de los estudiantes, y transmite la sensación de angustia de estar en frente de personas que muchas veces juzgan negativamente lo que presentas con tanta ilusión, mientras los demás compañeros esperan su turno para explicar sus proyectos y pasar por el mismo mal trago. Muchas veces se ha dado este incómodo momento en mis años de estudiante, y aunque también ha habido profesores que han convertido mis correcciones de proyectos en momentos emocionantes de creación, lo que Archiculture muestra no deja de ser una constante en un medio de aprendizaje que parece demandar una revisión.
Quizá el punto más crítico del reportaje tiene al historiador Kenneth Frampton como su mejor representante, ya que considera que la evaluación de un proyecto debería tener al estudiante escuchando y respondiendo dudas que le surgiría al jurado al ver e interpretar sus planos, en vez de realizar un discurso orientado a vender su edificio, que viene seguido por la aportación crítica de los profesores.
La recta final del reportaje empieza con otro punto en contra del sistema educativo, que no nos prepara para el mundo laboral que vamos a encontrar después. Fomentando el trabajo individual del estudiante de arquitectura, nos orientamos hacia la figura del arquitecto estrella que dispone de su despacho y crea los edificios que él considera. Pero frente a esta idea romántica de un pasado en el que había pocos arquitectos, y que tanto daño ha causado a la idea que se tiene de nuestra profesión, debería oponerse un método de estudio enfocado al trabajo colectivo, en que cada uno aportara su visión en aquello que más destaca.
Archiculture es, en definitiva, un resumen de aquello más diferenciador de estudiar arquitectura, en el que las ideas sobre lo que es convertirse en arquitecto se mezclan con imágenes del duro trabajo en la universidad. También pone de manifiesto los sueños ante el futuro de los estudiantes toda vez que acaben la carrera: trabajar para ellos mismos, aprender en un estudio, seguir estudiando, enseñar…Transmite la emoción del final del viaje y las posibilidades que se nos presentan, infinitas pero también abrumadoras si no sabemos por dónde buscar o cómo empezar a andar ese nuevo camino.
No obstante, no deja de ser un pequeño relato de optimismo, al traer buenos recuerdos de haber estudiado de un modo similar al que se nos presenta, y un manifiesto de la sensación de crecer y del compañerismo y las relaciones que creamos en esa época emocionante y a veces destructiva que es la carrera de arquitectura.
Este artículo se publicó originalmente en el blog del Festival Internacional de Cine y Arquitectura – FICARQ